26 marzo 2007

Otra de esos besos históricos

Pues a mi el turno de rememorar esos besos históricos.

1. El que se recibe

Como dice Marisa
“Así que una cosa es el primer beso, ese que una entiende y se espera con anhelo dentro del ritual amatorio y otra, muy distinta, él que primero se recibe y que tiene más que ver con las circunstancias más mundanas.”
Mi primer beso, ese que se recibe, me costó unos cuantos años asumirlo. Tanto que hasta leer los besos históricos de Marisa se había perdido en mi memoria y como Proust, con su magdalena, remontó de un plumazo el recuerdo a la superficie.

Debía ser verano, debía tener unos 14 años. Comenzaba a intuirse esa esquizofrenia múltiple que me acompaña, porque a 15 años seguía jugando a las muñecas y leyendo a Kafka simultáneamente y con el mismo gusto.
Como de costumbre, una tarde bajo a jugar a casa, mi vecina del sexto. Estábamos en mi cuarto, mi madre andaba en la cocina, mis hermanos jugando por la casa. Mi amiga tenía un físico poco femenino, pelo corto, vestía como un chico y hasta sus gestos eran un poco masculinos. Justo mi opuesto. No recuerdo los preliminares, solo que encerradas en mi cuarto, con los sonidos de una casa de familia numerosa, ella se deshacía en argumentos para enseñarme a besar. Aparentemente no se trataba de amor, solo de unas clases de una amiga para evitarme el ridículo de no saber besar cuando llegara el momento oficial del beso verdadero. Tuvo que argumentar bastante, pero al parecer lo hizo bien, consiguió que por un momento mis complejos de culpa, se debatieran y perdieran contra la razón de sus palabras. Recuerdo que, entre el miedo de que alguien abriera la puerta y mi deseo de aprender, acabamos besándonos. Me explicaba que tenía que abrir más la boca, que la lengua tenia su rol, que la cosa tenia que durar un rato. Vamos una clase magistral, nos dimos unos cuantos morreos. Al día siguiente como si nada hubiera pasado, no hablamos más del tema.

Por mi parte ni con ella ni con nadie, tardé cinco años en contarle a alguien ese momento tan tonto. Seguramente más por el hecho de era una chica que por el hecho de dar un beso en la boca. No quería admitir que mi primer beso había sido con una mujer.Tardé unos cuantos años en no tener aprioris.


2. El oficial

Pasaron dos años, ahí si me acuerdo que tenía exactamente 16.
Estaba con mi mejor amiga, Marina, tomando un té en un sitio al que íbamos a menudo. Era diciembre, justo antes de navidades y en esos arrebatos propios de la edad, nos encontramos maquinando la Gran Mentira que contar a nuestros padres para irnos 5 días a Ibiza con unos amigos. A casa de su hermano que tenia 20 años. Felipe, su hermano, era mi amor platónico desde hacia varios años. Era un ser particular (lo sigue siendo) y mi amor por él no era un tema que podía tocar con su hermana, recelosa de nuestra amistad exclusiva. Así que, aun no me explico como, dada la suspiccion de mi padre, a la época, simplemente del echo de que no durmiera en casa, pero la primera Gran Mentira de mi vida pasó el filtro paterno. Oficialmente estábamos en Sepulveda, al lado de Madrid, en el chalet de una compañera de clase y supervisadas por los susodichos padres. Estábamos, en realidad, yéndonos a Ibiza en autobús y barco sin ni siquiera un dni.
Debía ser la tercera noche, como se hacia de noche muy pronto y no había gran cosa de abierto en invierno, hicimos un fuego de chimenea como las noches anteriores. Éramos seis, multitud para la intimidad necesaria a un primer beso. Sintiendo ambos ya las ganas, decidimos salir a dar un paseo nocturno hasta la playa, que estaba a 10 minutos. Se veía bien el camino de tierra por el que andábamos, había luna. Él sabia que era mi primer beso de amor e hizo todo para que no lo olvidara, esperó a besarme frente al mar y pasamos la noche besándonos bajo un faro, mirando las olas cobijados del viento por un muro de vieja piedra. El beso eterno deseado de niña. Recuerdo que cuando volvíamos, empezando a ser consciente del frio, pensé que yo era demasiado joven, que la vida nos separaría, que nos volveríamos a encontrar y se enamoraría de mí de nuevo. Una especie de premonición, 4 años después nos encontramos por “azar” y vivimos juntos 6 años. Aunque no nos vemos a menudo, sigue siendo como un hermano.


Gracias Marisa por este ejercicio de memoria ‘Masbeijica’, hace tanto tiempo que vivo en el presente que he desarrollado una especie de amnesia de mi pasado. Me resulta extraordinario que todavía pueda estar ahí y que un fragmento emerja, de pronto, de entre tantas experiencias olvidadas.





1 comentario:

Marta Madrid dijo...

Carmen, me ha encantado leer tu historia!! Es muy tierna!
Un abrazo!